comprometidos

lunes, 23 de mayo de 2011

El libro está de fiesta


Por Mónica Álvarez

Domingo 15 de mayo en la plaza de la Merced, brilla un sol radiante y la gente curiosa se acerca a mirar qué pasa en la plaza, ¿por qué tanto barullo?

Hay carpas en la plaza y gente vestida de negro con sombreros de copa y letras de colores, también hay extraños seres con pelucas de colores, crestas de gallo, escafandras, pañuelos, abrigos y demás atuendos y accesorios como juglares salidos de algún cuento de la Edad Media.

En la plaza todo es fiesta: árboles de metal con papeles colgantes como hojas; senderos de palabras para saltar leyendo cuentos.

Niños y grandes se acercan al chico de la moto, el motomarabrillador, que les sonríe y ofrece libros como si fuese lo más natural del mundo invitar a leer y disfrutar.

En fiestas como estas son comunes las preguntas: ¿venden libros?; ¿qué van a hacer?; ¿qué hay que hacer para que me den un libro?; ¿de qué se trata todo esto?...Y les respondemos que no vendemos libros, que los damos a quien quiera leerlos, la única condición es jugar y divertirse.

No hay tiempo para más preguntas porque se escucha la batucada de los juglares de la edad media, son los panas de la lectura que entre música y canciones cuentan historias divertidas.

Una anciana de pañuelo se une al grupo de juglares y permanece de pie todo el programa como si fuese una pana más de la lectura.

Cuando los panas se alejan de la plaza, buscando sombra donde refrescarse, les sigue también la abuela buscando historias y sonrisas.

Los de los sombreros de copa, los marabrilladores, animan a la gente a jugar, les cuentan cuentos de aparecidos, de brujas y princesas, les ayudan a hacer títeres de palo con retahílas de palo: “Este es el señor de palo; esta es la casa del señor de palo, esta es la puerta de la casa del señor de palo, esta es la llave que abre la puerta de la casa del señor de palo…”

Un niño lustrabotas ronda cerca de la moto y mira sin preguntar, sin acercarse demasiado. Hugo le invita a leer, le toma del brazo y le presenta los cuentos para que elija uno: el chico duda, se esquiva, no sabe que hacer, pero finalmente se acerca y elije “historia del mugre puerco”, se sienta con el libro y con sus manos de betún pasa apurado las páginas mirando con deleite las ilustraciones, no las lee, no, no sabemos por qué razón.

Hugo, el motomarabrillador se sienta junto a él y le lee en voz alta cada página: “ahora mi mugre puerco y yo somos como uña y mugre”, por primera vez el chico sonríe y mira sus manos de uña y mugre con satisfacción.


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