comprometidos

domingo, 31 de octubre de 2010

Encuentro Marabrillante en el Mercado de las Cuadras en Chillogallo.

Por Marie Gonçalves


Entro en un lugar donde la realidad es mágicamente diferente, donde las mujeres son todas poderosas con sus delantales manchados de sangre de animal, donde los niños, sentados en el suelo, juegan con piedras al lado de los puestos de venta de carne.

Es ahí donde los Panas de lectura y los Marabrilladores invadieron por un momento el espacio.

Cada comerciante se acercó después de haber cerrado su puesto y se sentó a esperar que Los Panas empiecen a marabrillarnos. Los rostros, cansados tras su larga jornada, lucían alegres e intrigados por poder romper la cotidianidad del Mercado de las Cuadras. Se escuchaban susurros, risas espontáneas, y se sentía un ambiente misterioso rodeado por las cabezas y piernas de los chanchos.

Al iniciar el encuentro Marabrillante apareció en la cara de los participantes un ánimo único; esta famosa chispa que solo aparece cuando el asombro y el interés se despliegan en cada uno de nosotros.

Todos los ojos brillaban de emoción y de entusiasmo.

Algunas palabras intercambiadas con las mujeres presentes me hicieron ver que la falta de oportunidades en este medio es tenaz.

“Buenas tarde Señora, ¿le gustaron los panas de la lectura?” Después de una mirada, vi una mujer tan emocionada que se les llenaban los ojos de lágrimas.

Me respondió tímidamente: “Me encanto, es maravilloso. Pero yo no sé leer!”

Reteniendo mi emoción, pude lanzar esa pregunta:

“ -Le gustaría que alguien le lea esos cuentos?”

“-Si me gustaría pero no tengo nadie que lo pueda hacer.”

Ahí es cuando me dí cuenta que nuestra tarea va más allá del incentivo a la lectura y de formación de lectores.

Por el hecho de haber invadido por un momento su mundo, la gente se sintió importante, con la estima en alto, la mirada sonreída y las ganas de aprender algo más.

La presidente del Mercado me agradeció por haber venido y por haberlos tomado en cuenta.

Por primera vez, entré al mundo del mercado de las Cuadras.

Por primera vez, me topé con el mundo de la carne muerta.

Por primera vez, olí la efusión de las vísceras de cerdo.

Por primera vez, me maravillé-marabrillé al ver tantas caras alegres, intrigadas y cautivas por la lectura.

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