Los árboles huyen del viento que
los acosa
sediento de sus copas.
El ciclista lentamente trepa la
cuesta
moviendo sin descanso
su batidora de pedales.
Las nubes se persiguen divertidas
en el césped azul de arriba.
El viejo camión de leña
parece haber estado en la
carretera
toda la vida.
Una chola se atrasa a la feria
sin saber muy bien
en qué espacio entre el gran
sombrero y los hombros
le cabe la sonrisa.
El sol se niega a congelarse con
la brisa
que levanta del piso
una licuadora de hojas y de
tierra.
Tras los viejos rompecabezas de
adobe
los niños asoman apenas sus
asombros.
Las miradas, sin saberlo, sonríen.